El viento que llevó las horas mojadas y las cenizas de un porro que alivio el luto de nuestra alma

El viento que llevó las horas mojadas y las cenizas de un porro que alivio el luto de nuestra alma
lizzi martinez

miércoles, 16 de diciembre de 2009

en mis sueños


Hoy me desperté con el frio entre las piernas,

mi cobija no cubría más de tres centímetros de los pies,

el alba que aún era ingenua se me entrelazaba en los ojos que son belicosos ante la batalla del despertar o simplemente no volver a despertar.

Me consumo en sueños que son adictivos para mi fatalidad,

Donde sigilo tu rostro que es inevitable a la hora de dormir y un problema a la hora de despertar.


Para vos que siempre estas en mis sueños…

miércoles, 26 de agosto de 2009

mi princesa


Entonces, cerré los ojos y te vi; Estabas sola, sentada en la fregadera escurriendo tus lágrimas, cantando un poco “I miss you love” y llenabas tu falda con pétalos dorados que arrancabas de las 15 margaritas que te habían regalado.


Los segundos se convertían en minutos, los minutos en horas ¿imagínate lo que era tan solo una hora? Sin embargo la sequia se aislaba, los frutos se enrojecían, y vos cada día creciendo más. (Pareces un árbol: siembras semillas por doquier)


Las raíces que capturaban a los hombres, ahora son de cristal y más resbaladizas que de costumbre, llegar a vos se ah convertido un reto, un misterio, un juego peligroso en donde la princesa esta en lo alto de un castillo, encerrada mientras canta hacia la ventana y guarda espera a su one love.


- Muñequita no llores más
- Muñequita seca ya tus lagrimas


Ahora sos una mujercita, y la trascendencia son los hilos que vas tejiendo con los pies: camina suave y llegarás más lejos.


Sé feliz y no llores, regálame una sonrisa, quizás un beso o tan solo bríndame tu compañía; Déjame llenar tu cuerpo de letras, de dibujos, de colores, de sueños, de aventuras, de un poco del verde mágico, de ese que tanto te gusta; Regálale un chocolate a cada persona que aprecies, y regálale un beso a quien ames.


Baila un poco con las muñecas de tus manos y muévete con las cintas, alrededor de tu cuerpo, sobre la cabeza, bajo la falda, cerca de tus crespos. Hazme un show y di que me amas; sujétate fuerte en las vencidas, pero levántate y camina, sigue bailando, sigue bailando…
Sé una guerrera, sé mi princesa, esa que me dopa con dosis de azúcar y me da tres vueltas en…
Frente a la guerra vos y yo vamos de la mano, vos y yo durmiendo juntas por siempre.

“somos tierra, somos aíre, somos fuego, somos agua”



…Yo no soy un artista, solo soy liza…

miércoles, 29 de julio de 2009

lagrimas necias


Con dolor, el desahogo ya no es suficiente.
Mientras siete barcos de hunden en el fondo del mar,
Siete mujeres lloran en la estación del tren despidiendo a sus maridos.
Una flor marchita toca el corazón de una anciana,
Mientras que un gato maúlla en lo alto de un árbol.
Hay razones del corazón, que la razón no entiende
Y hay dolores que ni siquiera las lágrimas pueden dopar.
En el puente San Martin un poeta infeliz quiere quitarse la vida,
Sus versos ya no valen, las mujeres solían amarlo y perseguirlo,
Tan solo con una prosa podía enamorar a cuanta rubia quisiera,
Pero ahora es miserable, las mujeres han perdido gracia;
Ahora, solo los zapatos brillan por 10 pesos.
El agua que era invisible, ahora es blanca
Y la rosa que solía ser roja, ahora es negra
La sequia esta de luto, y cada día se entierran más los recuerdos.
Las ilusiones se han escondido bajo el sillón se los sueños
Y el norte se pierde en la brújula de los ojos de un pirata.
El viento marcha hacia atrás, y los cristianos ya no creen en Dios.
Lagrimas necias se ahogan en la garganta de una joven enamorada,
Lagrimas necias entumecen el corazón de mi madre que es partido a la mitad en el aeropuerto
Sus manos que botan gotas de humedad, se cansan de halar,
La fuerza es inútil, ya no sirve, es hora de partir y mis lágrimas aún son necias.


sábado, 27 de junio de 2009

sin voz



Es muy cierto si digo que si la luna cambiará de colores, existirían mas poetas en el mundo.


Es muy cierto si te digo que uno mas uno es igual a dos, pero no es igual que dos.


Es muy cierto si te digo que día a día mis tinteros están borrachos de escribir; también es cierto que nunca te debes olvidar de reír porque el día que no sonrías será un día perdido.


Es cierto si te digo que mis manos están cansadas de hablar, pero es cierto que nunca se cansarán de decirte cuanto te quiero.


Es cierto que soñé aquella tarde mientras devoraba un porro y me alcoholizaba con café; desaforando las pocas palabras de mi fracasado vocabulario y consolándome con las frases sin sentido que llenan mi vacio corazón. Pensando en vos, me cobijo por el silencio de las palabras que no existen, de las sombras que son invisibles al hablar; acompañada de una película de los 60 y unas cuantas gotas de tu existencialista voz.


Me basta el solo ver el tejido que formas con tus pies a mi lado cuando camino sin dirección, sin sentido, sin luz, sin placer alguno, sin objetivos, sin metas, sin sueños, sin ninguna mierda.


Me gusta cuando escribes y tratas de armar frases que se quedan en la incertidumbre y menos allá del entendimiento que es achantado por la ignorancia del ser.


El irrevocable sentimiento que es necesario al pronunciar una palabra que es rechazada sin ser rechazada; pero logro escucharte, solo cuando tu voz es tan suave y tan liviana que es frágil al entrar, no por mi oídos, sino por mis ojos que se agotan de mirar.



lunes, 1 de junio de 2009

Misterio de una sombra


Fue triste, verte allí sentada tocando aquella armónica que te acompañaba noches tras noches, sin cesar de delirio, ella te arrullaba con liricas que aún no superaban su muerte. Un café, un porro y siete besos, fueron la despedida de un no adiós.
Allí guardaba a la orilla de la chimenea, una sombra oscura, solitaria, a veces me parecía escuchar cuando lloraba, y casi siempre oía su silencio entumecido. Le dejaba agua en una cazuela de plástico, pero ella no Salía. Asustada a veces, la veía recorrer la sala en puntitas, ella bailaba en compañía de su tristeza y el abandono que marco su solitaria vida; Aún no entendía que más ruido que su soledad, no podía hacer. Había quedado sola, sin dueño, sin un maestro que le enseñara a caminar, a jugar, a soñar, a ir mas allá de los pasos que tejiera con los pies, a sentir, a pesar de que sus sentidos estuvieran dormidos.
En las noches cuando su amo dormía, el se sentaba en la ventana y trataba de imaginar las caricias, los sabores, las gotas que caían de aquel lugar extraño que no podía ver mas allá que una capa azul y en las noches negra. Se imaginaba lo que sentía su amo al palpar el cuerpo de una mujer desnuda, cuando la besaba, y ese extraño sentimiento irrevocable que lo amarraba a ella.
Abril termino y el otoño fue llegando levemente sin que el lo notara, las hojas se acumulaban en el jardín, nadie quería salir a recogerlas, ni siquiera la mujer que tocaba horas tras horas la armónica, y la sombra que no sentía nada, que había quedado amargada pagando una condena ajena que no le correspondía; pobre sombra, encerrada en un sistema ilegal para ella, sin esperanza alguna, sin un final. Tan solo le quedaba esperar que algún día aquella tortura sin fin, se terminará.

domingo, 10 de mayo de 2009

Orquídea


Aún recuerdo, fueron dos copas de whisky, y en la ultima el dolor se congelo, el clima desfogo, las luces estallaron mientras tu bailabas con los pies tiesos, enredados en las cuerdas deslechadas de mis zapatos. Tejías gotas de sangre sin parar, el aire se ponía tenso, los vidrios parecían de plástico. Quise atravesarlos, arrancarme el corazón pintarlo de verde sin que te dieras cuenta, amarrarte ah el, mirar tus ojos extraños carmesí y sentir el experimento hacia el umbral de buenas vientos arrastrando gotas cristalinas de abril.
Entre el ruido sofocante de tus llantos, arranque aquella orquídea que tanto amabas, la amarré a unos cuantos cabellos que soltaban de la liga amarilla que sostenía mi pelo hambriento de agua. Quizás la venganza me entristeció, prendí un cigarro y tragabas el humo con ansiedad. Pensé que tenías hambre como mi pelo, así que te di un panecillo mojado con café, escupiste sobre la orquídea, y ella caía entre irrevocables cenizas amargas de dolor. Lloraste toda la noche, y yo a tu lado muda, sin palabras, olvide hablar, olvide como se enredaban las palabras, olvide quien eras, olvide quien era yo.

martes, 21 de abril de 2009

Psicodélica de un hada fantástica


En la egocéntrica tarde que era desvanecida por la luna, brillaba en el semáforo de la esquina una extraña mujer, que estorbaba entre las líneas marcadas en la acera de la avenida 38a. Llevaba una falda de colores ordinarios, una blusa que caía en uno de sus lados (mostrando la tira de su brasier verde), usaba un par de tenis azules, unas medias con líneas rosadas y moradas, un peinado con destellos verdes a causa de unos cuantos mechones que tiraban desde alguna parte de su cabello descuidado.
Era una mujer hermosa a pesar de su desfachatez; sus ojos de color avellana como la miel fresca, su cabello largo y rojizo como el poder del fuego. Su pintura marcada en el rostro era algo psicodélica, y en sus manos llevaba unos lazos artísticos que acompañaban su función de circo de la calle.
Leía casa de poesía Silva y contemplaba a Baudelaire (maldito poeta); Pues en medio de mi estudio, mis ojos escépticos que inevitablemente se volvían hostiles ante la belleza extraña y psicodélica de la mujer multicolor, capturó mi atención. Salí a verla mientras ella pedía monedas de carro en carro, lastimosamente no todos apreciaban lo que a ella parecía apasionarle. Yo podía percatar que tenía un pensamiento empirista, y también concluí que éramos demasiado diferentes; igual, a mis ojos no les importó seguirla admirando. Parecía un ángel, se elevaba en aquellos humitos contaminantes, abandonados por los personajes que tejían líneas a algún destino.
Quise meterme en su tráfico de colores, abrazarme a sus tiritas, y que me elevara junto a ellas, saborear su aroma a mugre dulce, y lamer un poco de sus babitas tibias.
Cansada, exhausta de su largo día decidió marcharse; yo hipnotizado la seguí, no me importo saber si a ella le molestaba, tan sólo quise conocerla, quizás escribir unas cuantas letras con ella y hacerla mi poesia.
De pronto pensé que era abril y el aire llevaba gotas que no tocaban los cuerpos, pero que se sentían; evocarlas fue ver un choque en la dirección contraria a los pasos de los transeúntes. Un humo verde cubrió todo, no podía mirar, la gente alertada corría, pero los rayos del sol se mezclaban con las luces de la ciudad, y los arboles parecían de plástico. Caminé en busca de ella, pero la mujer se tendía en el suelo, mientras que una plaga de personas la rodeaba. Yo anonadado me acerque a ella, me metí como una hormiga entre los desconocidos, parecía un laberinto, una misión para llegar a ella; mientras tanto yo pensaba, ¿cómo podría llamarse?, o más bien, ¿cómo se llamaba?, y aterrado me dije - ni siquiera lo supe, y quizás ella ya no despierte-
Al llegar a ella pude ver que unos cuantos rasguños la dibujaban; yo me senté a su lado y decidí esperar en su compañía la llegada de los rescatadores de accidentes. Mientras tanto en la otra acera de la calle continua, una rana verde saltaba, sus saltos eran largos, la lluvia golpeaba su frágil cuerpo; junto a la viscosa verde un hombre se reflejaba en los espejos de la ferretería del esquinal, un abrigo largo cubría sus dudas, sin mirar más, él siguió su camino perdiéndose entre el asfalto.
Pasaron 3 horas y las personas caminaban en cámara lenta; las luces de los edificios bailaban en contradictorias ocasiones. La hermosa mujer seguía durmiendo, sin sentir nada.
En el enredo de sus sueños, yo decidí sacar un cigarrillo y fumarlo mientras el tiempo me abrazaba más a ella. Un libro me consoló la espera, y tras 2 horas más, la noche nos cubrió; tres estrellas chismoseaban, también la gigante luna que en uno de sus costados tenía la mancha de un conejo.
Me acosté junto a mi querida mujer desconocida. La envolví sobre mi regazo cantando líricas de cuna a su oído. Era un sueño, o quizás un viaje a algún lugar tan desconocido, un lugar donde lo irreal era real y donde los sueños eran mentiras de verdad
La ame sin conocerla, con sólo mirarla me enamoré, mientras ella dormida me sonreía; yo le hablaba sobre mis absurdas y aburridas anécdotas, pero a ella le encantaba, con los ojos cerrados podía escuchar como lo disfrutaba. El reloj se descompuso, no existió. Las personas se evaporaban y el transito que aturdía ya no estaba. Quise pararme y cargarla sobre mis brazos, llevarla y cobijarla con una manta invisible, que reflejara su pureza, que sus colores transmitieran alegría y pintaran la fachada de la fría y oscura casa que me guardaba día tras día.
Sentí un frío en mi pantalón, y una voz aguda me gritaba:
– ¿Señor?, disculpe señor, ¿está bien?- me grito uno de los empleados del Tostaky.
Levanté la cabeza, mientras la taza del café manchaba mi pantalón, me puse de pié, estaba asustado, ¡no podía creerlo!, pues me había quedado dormido. Salí a ver si la increíble mujer existía, o había sido solo un alucinante sueño frustrado. El semáforo estaba solo, tan sólo 4 carros; corrí a la esquina de la ferretería, pero ella no estaba. Decepcionado con la cabeza entre las manos, volví al café y pagué la cuenta.
¡Increíble!, me había enamorado de una mujer que no existía. El tiempo marcaba las 6:30 pm, y yo, junto a mi soledad caminaba en dirección de las tristes líneas memorizadas.
La oscura casa que me escondía aguardaba a mi espera. Cruzando la calle, en aquél parquecito que quedaba a la orilla de mí casa, en una banca de madera triturada por las termitas reposaba una dama. Me acerqué a ella con la duda en los ojos, y sorprendido vi que era ella, ¡la mujer hermosa!, esa dama psicodélica de colores chillones que se había apoderado de mis sueños.
Estaba sola, contaba su dinero con tristeza, y las lágrimas se deslizaban por sus mejillas rosadas. Extendí mi mano hacia ella, ofreciéndole un pañuelo, ella lo aceptó y secó sus dulces lágrimas cristalinas, me sonrió y por fin habló:
- Gracias, es usted muy amable; quizás sea la única persona que finalice mi día con una sonrisa en mi rostro-.
Yo, sin palabras, me quedé mudo ante su melodiosa voz…-de... de... de… nada-, respondí tartamudeando.
Ella sonrió y me devolvió el pañuelo, se levantó, mientras yo veía como se alejaba, y mis pies clavados al suelo me impedían seguirla, de pronto reaccione, y la perseguí.
-¡Hey señorita!, espere- grité desesperado. Para mi suerte, ella se detuvo y esperó.
-¿Cuál es su nombre?- le pregunté.
- Me llamo Priscila, y ¿usted?-
-Facundo-. Le sonreí, guardando un poco mi entusiasmo para no asustarla. Ella me miró y sentí que esperaba algo. La invite a tomarse un café, y por fortuna ella aceptó de nuevo.
Caminamos mucho; en ocasiones sentía como mis pies se elevaban. De pronto comenzó a llover y sentíamos cómo las irrevocables gotas acariciaban nuestros cuerpos. El café nos acompañó en la friolenta noche, mientras las carcajadas salían desaforadas.
Así pasó la noche, y los días que eran grises se volvieron de un color carmesí, que olían a ella, que sabían a tiras de colores, que me envolvían mientras caminaba en su búsqueda… mientras la amaba, mientras ella me amaba, y mientras que cada tarde tomáramos nuestro té en el café de los sueños donde existen las mentiras de verdad.

jueves, 12 de marzo de 2009

Aliviada del dolor





Saliendo de la rivera, arrastrada con ayuda de mis dos patas, un poco dolida y alcoholizada, con un fresco aroma a café, a caña de azúcar, a sudor en mis axilas, a pies sucios y a cabello casposo. Sintiendo el amargo sabor de mí abandono entre el corazón y los pulmones.
Galápagos de abril que achantan mi carrera, dejándome envuelta entre polvo oscuro, ardiendo en altas temperaturas de verano.

Sola, sucia, dolida, alcohol, cigarrillo, café, verano, galápagos, abril.

Un color carmesí nubla mis ojos, rebuscando entre el iris de mis pupilas, destellos de lagrimas cristalinas desde las heridas profundas que viajan a las afueras de la aurora.
Una copa de vino, un brindis y una ceremonia de victoria, juegos pirotécnicos salen por mi boca, llegan hasta el oscuro cielo, danzando en compañía de la verdosa luna, tres estrellas chismosas me fotografían en lo alto, marcando imágenes en el cielo como humitos contaminantes.

Victoria, fresca, sana, vino, Brindis, luna verde, tres estrellas chismosas, humitos contaminantes.


* esta presente va dedicada a mi querida amiga eliana. la vida es larga y debemos tropesar, oler aveces maluco, estar un poco golpeadas, pero ahy vamos, tomaré tu mano y viajarémos, en nombre de tus palabras (tu por mi y yo por ti, juntas a donde tengamos que ir) te quiero nena.


palabras de aliento (un autor ausente con alma presente)

sábado, 28 de febrero de 2009

congelada con fuego




Tengo una muñeca, descocida de par en par, a veces congelada, a veces con fuego.


Baila, se mueve, camina, se sienta en el diván y prende un cigarrillo con una copa de té en la mano.


Respira, suspira, y un velo de alquitrán se desvanece entre sus ardientes llamas psicodélicas.
Camina entre fuego, se resbala en el hielo.


Teje un poco su sombra a sus agujetas verdes para que no escape, se acurruca en el armario entre un sombrero y un payaso.


Ella cansada, con el sueño en los ojos ojerosos, se duerme, congelando su sombra, atándola a su alma.