El viento que llevó las horas mojadas y las cenizas de un porro que alivio el luto de nuestra alma

El viento que llevó las horas mojadas y las cenizas de un porro que alivio el luto de nuestra alma
lizzi martinez

domingo, 10 de mayo de 2009

Orquídea


Aún recuerdo, fueron dos copas de whisky, y en la ultima el dolor se congelo, el clima desfogo, las luces estallaron mientras tu bailabas con los pies tiesos, enredados en las cuerdas deslechadas de mis zapatos. Tejías gotas de sangre sin parar, el aire se ponía tenso, los vidrios parecían de plástico. Quise atravesarlos, arrancarme el corazón pintarlo de verde sin que te dieras cuenta, amarrarte ah el, mirar tus ojos extraños carmesí y sentir el experimento hacia el umbral de buenas vientos arrastrando gotas cristalinas de abril.
Entre el ruido sofocante de tus llantos, arranque aquella orquídea que tanto amabas, la amarré a unos cuantos cabellos que soltaban de la liga amarilla que sostenía mi pelo hambriento de agua. Quizás la venganza me entristeció, prendí un cigarro y tragabas el humo con ansiedad. Pensé que tenías hambre como mi pelo, así que te di un panecillo mojado con café, escupiste sobre la orquídea, y ella caía entre irrevocables cenizas amargas de dolor. Lloraste toda la noche, y yo a tu lado muda, sin palabras, olvide hablar, olvide como se enredaban las palabras, olvide quien eras, olvide quien era yo.

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